¿Cómo llegó el café de especialidad a vuestras vidas?
Yo (Marc Aguyé) probé por primera vez el café de especialidad en uno de los viajes a Londres en los que fui a visitar mi amigo del colegio; Jordi Mestre, cuando en España todavía no se había escuchado a hablar del tema y en aquella época él estaba trabajando allí. Años más tarde, cuando volví a Barcelona tras una temporada de año y medio en Australia, empecé a trabajar en Nømad echándole un cable a Jordi. Allí, no sólo descubrí mi pasión por el café de especialidad sino que al cabo de un tiempo conocí a Marco de Rebotti, cuando entró a trabajar en el negocio como tostador. Marco también había probado en Londres su primer café de especialidad y desde entonces quiso aprender las diferentes facetas del oficio para lograr abrir un día su propia cafetería. Marco Paccagnella, tenía alquilado con un amigo un estudio en la planta superior de Nømad lo que, como es natural, acabó traduciéndose en muchas horas en la cafetería… Ya ves, sin saberlo, muchas horas de los tres Marcs invertidas juntos antes de llegar a ser Threemarks.
En agosto se cumplieron dos años de Threemarks y a pesar de un 2020 en contra, os encontráis inmersos en vuestro segundo proyecto; la inauguración del tostador propio en el Parc del Forum, ¿qué balance hacéis de este viaje?
Muy positivo. La verdad es que estos dos años han pasado a velocidad de la luz, casi sin darnos cuenta. Cuando empezamos no pensábamos que en dos años podríamos tener ya nuestra propia tostadora, aunque ese siempre ha sido nuestro principal objetivo. Apostamos por un barrio nuevo, muy residencial en el que todavía no había llegado el café de especialidad. De hecho, los vecinos – que ahora ya nos tienen confianza – nos cuentan que hacían apuestas para ver cuánto duraríamos… ¡Y aquí seguimos! La verdad es que creímos que iba a costar más arrancar, pero le hemos dedicado muchas horas y pasión y al final se han visto los resultados.
Remontándonos a cuando empezáis el proyecto… Si ahora pudierais darle un consejo a vuestro yo del pasado, ¿cuál sería?
Tomárselo con más filosofía, disfrutar más del proceso. No es que no hayamos disfrutado, pero como la cafetería no cierra ningún día, al final te encuentras inmerso en un ritmo de trabajo constante y no paras ni siquiera en tu día libre. Es normal, tienes muchas ideas en la cabeza y quieres ver cómo se van haciendo realidad, vas con prisas. Pero de vez en cuando es necesario parar y recordar que todo llega. Valorar el recorrido sin esa necesidad constante de llegar al final.
¿Qué es lo más difícil de arrancar un proyecto propio? ¿Y lo más bonito?
Todo aquello que no depende de uno mismo y que no tiene nada que ver con el café, que al final es lo que nos gusta. Todo el trabajo previo para abrir es lo que más estrés y nervios te genera; lo relativo a leyes y normativas, licencias y obras. No lo controlas. Es una sacudida, pero al mismo tiempo, la formación y el aprendizaje que te llevas es un altísimo valor añadido y eso es algo que los tres buscábamos cuando empezamos el proyecto; ganas de aprender y sentir esta realización.
Lo más bonito es sin duda alguna la satisfacción de ver que a la gente le gusta lo que haces, que está a gusto, que se lo pasa bien, que ríe… Eso es impagable.
¿Qué 3 valores definen el ADN de Threemarks?
Familia lo primero, lo más importante; sin el espíritu de trabajo en equipo es muy difícil que tirar adelante todo lo demás. Pasión por todo lo que hacemos, desde el café en taza hasta el diseño. Inconformismo; tener siempre ganes de mejorar. El mundo del café de especialidad de alguna forma representa a un sector de la población inconformista, consciente de su entorno y aspiración de un mundo mejor.
En Threemarks nunca faltará…
Buen rollo y buen café.
¿Un mensaje para vuestros clientes ante la incertidumbre?
Que aquí estamos y aquí seguiremos. Si hay algo que nos ha dado el confinamiento es tiempo, unas horas que antes no teníamos y que hemos aprovechado al máximo. Vienen sorpresas… Volvemos con las pilas cargadas y con muchas novedades.